Con Cárdenas en Michoacán

Abstract

Avanza sencillamente hacia el fondo del camión, donde se ha improvisado una oficina de prensa con dos máquinas, papel y cigarrillos. Lázaro Cárdenas tiende la mano a los escritores Alfredo Varela, de Argentina; Lisandro Otero, de Cuba; Genaro Carnero Checa, de Perú; Francisco López Cámara, de México; y a mí. En el curso del día, tendremos una oportunidad excepcional: conversar durante varias horas seguidas con un hombre que, en el caso de Cárdenas, no se trata simplemente de un nombre conmemorativo: está vivo y está actuando. Hemos asistido con él, en Guanajuato, Guadalajara, Uruapan, Jiquilpan, el Ejido de Antúnez y Apatzingán, a grandes actos, a menudo multitudinarios, en los que se ha establecido un diálogo directo y emocionante entre Lázaro Cárdenas y el pueblo de México. Hemos visto, en los rostros de los campesinos, obreros y estudiantes del Bajío, amor, respeto y confianza. Hemos visto a Lázaro Cárdenas, continuando la tradición de los grandes educadores michoacanos, Quiroga y Ocampo, hablar durante horas al pueblo con un lenguaje que es el del propio pueblo: un lenguaje sin retórica ni engaño, capaz de educarlo y explicarle claramente el sentido de los más complejos problemas